Carta a un arribista

Algunas veces ciertos artículos producen efectos inesperados y éste ha provocado una cierta marejadilla.
De ahí que me sienta obligado a hacer unas puntualizaciones:

Por último añado una frase de un email recibido a raíz de mi escrito: Quien se pica, ajos come, es un refrán que nos advierte que el que, por susceptible, se ofende o resiente por lo que oye, es porque tiene motivos para darse por aludido.

La verdad es que entraste como todos hemos entrado en un nuevo trabajo.

Con unas ganas inmensas de comerte el mundo, de sobresalir, de demostrar que eres un fuera de serie y que estás capacitado para ascender a los lugares más elevados de la empresa.

Tu primer objetivo no era otro que captar la atención de tu jefe. No te costó demasiado ya que tuviste suerte. Tu jefe era persona fácil. Una carrera, unos cuantos masters y estancias en universidades norteamericanas…
Presa fácil. Simplemente tenías que explotar su vanidad.

Pronto, aquel se fijó en ti ya que su engreimiento le impedía ver tus verdaderas intenciones (ó quizás te estaba utilizando). No tardó en incorporarte a su grupo de personas que querían medrar a su costa.
Fue una época grata, debes reconocerlo. Tu «solicitud» hacia cualquier trabajo que él insinuara, hizo que fueras ganando puntos y más puntos.
Se te contagió su vanidad y empezaste a mirar de forma diferente a tus compañeros.

Sabías que eras distinto. Tenías claro que tus compañeros no eran más que obstáculos para tu carrera y empezaste a criticarlos cuando el jefe estaba cerca. Aún así te permitías pequeñas «concesiones» con ellos. Una palmadita al hombro, una frase ingeniosa…
Tus compañeros ignoraban que hablabas mal de ellos, a sus espaldas.
Todo para lograr tus objetivos.

Luego vino la reestructuración. A tu jefe lo destinaron a otro centro y fue sustituido por dos personas.

El primer nuevo jefe, formaba parte del grupo de amistades de tu ex-jefe y era para tí muy sencillo ganarte su confianza. Una mujer con problemas para relacionarse con los demás, siguió con la misma política que su predecesor. Incapaz de abrirse a nuevas relaciones, se limitó a mantener la confianza en las personas con las que había trabajado los últimos años.
Y tú eras una de aquellas personas con las que trabajaba.
¡Que suerte!, ¿no?.

Tu otro jefe ya era de otra forma. Aquí si que tenías que ganarte su confianza. Insensible a la vanidad únicamente valoraba el trabajo bien hecho. Aún así, tampoco te preocupó demasiado. La mayor parte de tu trabajo dependía de tu jefa y amiga.

Luego vino el nuevo proyecto y para realizarlo se creó un grupo formado por seis personas. Allí quedó en evidencia tu poco respeto al trabajo de tus compañeros. Solamente te involucrabas en aquello que te encargaba tu jefa. Cuando uno de tus compañeros tenía problemas, tú desaparecías. Empezaste a asumir únicamente aquellos trabajos que suponían quedar bien con alguien y lo demás lo despreciabas e incluso se lo «colabas» a algún compañero.

Nunca te manchaste las manos con tu trabajo. Siempre aceptabas los encargos de aquello que dominabas y así podías lucirte.
En las reuniones aparentabas compañerismo…
Luego, a espaldas de tus compañeros, los masacrabas con tus comentarios.

En realidad eres un parásito.
Eres producto de otra época, de cuando únicamente los pelotas conseguían medrar en la empresa, por delante de los verdaderos currantes.
Pero el mundo ha cambiado en el siglo XXI.
Ya no se valora al arribista como antaño. Ahora las personas son valoradas en función de su capacidad para integrarse en un grupo de trabajo.
Que no es tu caso, por cierto.
He de reconocer que tienes la suerte de estar en uno de los últimos reductos de esas inercias de épocas pasadas.

Recuerdo que en la mili, le pregunté a una persona de las que estaban haciendo «novatadas» a un recién llegado:
– ¿Por qué le haces esto a este chico?.
– Porqué me lo hicieron a mi también – me contestó él.

Que pena de respuesta, ¿no?. Por estúpido que sea, antes había que repetir una y otra vez los mismos hechos, sin cuestionarlos.

Por eso, te veo mal, chico. El mundo cambia y tu sigues como antaño.
Aunque no lo creas, la vida es una escuela. Aquí aprendemos a relacionarnos con nuestros semejantes, a confiar, a superar todas nuestras carencias, que los años nos ponen de manifiesto…

Y lo importante para poder sacar una buena nota en esta escuela tan especial es ser honrado con uno mismo y con los demás.
Es decir, aceptar que en esta sociedad todo trabajo es importante, ya que son seres humanos los que lo hacen. Personas con sentimientos, emociones, conflictos, debilidades…

Quizás el mayor error de esta sociedad es precisamente motivar a sus trabajadoras con la promesa de que pueden ascender en la empresa. Eso crea expectativas, ambición, lucha, mentira, ocultación…
En fin, saca lo peor que tenemos dentro.

No sería un mal ejercicio para ti intentar hacer tu trabajo, con la mente en blanco en lo que a aspiraciones de futuro se refiere.
Trabajar intentando ser impecable y sin que tengan que importar los resultados.

Es precisamente ese desapego el que te permitirá ser un buen profesional.
Valorando a tus compañeros, confiando en ellos, aceptando su ayuda y prestándo la tuya.

Termino.
Lo más probable es que sigas como hasta ahora. Y quizás consigas ascender a base de codazos, como hasta ahora.
Eso si. Ten muy claro que quien te ascienda no será demasiado diferente a ti mismo y su confianza en ti será interesada y condicionada a lo útil que le puedas ser.
¿No te parece triste una vida el la que lo único que cuenta es la utilización de los demás para tus propósitos?.

La alternativa, por lo menos para mi, es mejor: estar rodeado de gente que te quiere y respeta.
Tu decides.
Pero piensa que la vida laboral dura muchos años…

Subscribe
Notificación de
guest
7 Comments
recientes
antiguos most voted
Inline Feedbacks
View all comments
Anónimo
Anónimo
13 años ago

Eres tan inteligente Sr. Arribista..Siempre me he preguntado como te prestas a esto. Cuando te conoci en el reconcito de la fabrica de la ´multinacional´, no eras asi.Piensa Sr.Arribista, antes que la vida te enseñe….

Xiuquetzalcoatl
13 años ago

Coincido totalmente,saludos desde Mexico: A ti, arribista social, clasemediero. Protector de tus bienes, defensor de estatus, mezquino mercenario. Sicario, liquidas de espalda y a quemarropa a tus iguales, con tal de obtener su puesto, su lugar. Langosta de clase y procedimiento. A ti, perpetuador propagador de sistemas económicos, por ti anhelados, pero desconocidos. Te reconoces capitalista, cínico, ni siquiera conoces el valor de tu trabajo. Sobajador de lo nuevo, represor de la juventud y de las nuevas formas; de lo espontaneo. Tu misión es divulgar tu descaro, dogmático. A ti, que abres libros para cerrar puertas; para subir los escalones… Read more »

RECOMENZAR
13 años ago

Buen blog te dejo jazmines hoy

Ludwig
13 años ago

Totalmente de acuerdo contigo, Sophie. Ese era el objetivo de mi escrito.
El análisis que hacer del arribista, Susana, es impecable. Espero que, sobre todo en los ámbitos de la Administración, desaparezca tal depredador.
Un gran saludo, Cornelivs. Siempre es un placer verte aparecer por esta tu casa.

Cornelivs
13 años ago

Buen post, amigo Luis. Coincido con lo que te dice Sophie.

Un abrazo.

SUSANA
13 años ago

«La Vanidad- dijo el Diablo – es mi pecado favorito». El arribista es un bicho depredador. Se alimenta de la vanidad de sus superiores y de los cadáveres de sus compañeros de trabajo…y jamás está satisfecho. Ciertamente hay una diferencia entre creer en uno mismo y esa hipérbole que es sentirse superior a todos los demás. El salvajismo, permitido en muchas de las empresas actuales y propiciado por la mayoría, es el ámbito por excelencia para estos perfiles dañinos. Alguien evidentemente olvida que una empresa no arriba a sus metas con estas clases de individuos. Formar equipos de trabajo armoniosos… Read more »

Sophie
13 años ago

La vida laboral dura muchos años y da muchas sorpresas. De repente está como jefe uno a quien le gusta tener su corte de aduladores y de repente hay otro que quiere resultados objetivos. Hay gente que vive y deja vivir y gente vengativa con buena memoria «Fulano me hizo comerme muchos marrones, ahora que soy jefe se va a enterar». Quizá la mejor manera de defenderse de todo eso es hacer las cosas con convicción, con cariño y trabajando de verdad.