Conversaciones en el hoyo 19: justicia

— ¿Cómo va tu pleito con el vecino, el “deportista de élite?—preguntó Inés a Santiago.
— Hemos tenido que negociar para no llegar a juicio—contestó éste—. La jueza era claramente de derechas y nos hubiera machacado.
— Tan de derechas como la mayoría de los jueces de este país—añadió Juan—. Cuando murió el dictador, el gobierno fue jubilando a la mayoría de los militares afines al genocida. Desgraciadamente no hicieron lo mismo con los jueces y así estamos ahora.
— La verdad es que las pocas asociaciones de jueces que tenemos son todas de derechas—puntualizó Pascual.
— Salvo una que es de izquierdas pero que reúne un porcentaje bajísimo de jueces—contestó Juan—. Si quieres llegar a juez, no basta con haber estudiado derecho. Has de preparar unas oposiciones que no son nada baratas, por lo que no todo el mundo se lo puede permitir. Luego necesitas a un “preparador” que es un magistrado que te ayuda a superar las oposiciones. Si ese “preparador” ve que tienes una ideología igual a la suya, puedes estar seguro de que ya tienes superadas las oposiciones. En caso contrario, no aprobarás. Es una forma como cualquier otra para asegurarse de que haya únicamente jueces de perfil conservador. Por cierto, esos “preparadores” suelen cobrar a los aspirantes en negro para no tener que pagar a hacienda. Supongo que eso es un delito que cometen los jueces…


— Luego está la necesaria imparcialidad de los jueces—añadió Santiago—. Si la jueza que nos tocó fuera imparcial y dejara sus ideas personales a un lado, hubiéramos llegado a juicio. Sin embargo leí algunas sentencias que había dictado ella y se podía ver claramente su ideología. Al fin y al cabo todas las resoluciones de los jueces reflejan la personalidad del juez. Luego están los abogados que, a sabiendas de que su cliente miente, oficializan esas mentiras llevándolas al juicio como si fueran verdades.
— De lo que deducimos que la justicia en no es otra cosa que una farsa—dijo Inés—. En realidad es un concurso de mentiras que gana quién miente mejor. No hay más que ver los disfraces que utilizan para darse cuenta de que es un circo. Y también alucino cuando observo esa “camaradería” entre los jueces y la policía. Absuelven a un agente, basándose en su palabra, a pesar de que haber vídeos que demuestran lo contrario.
— Por no decir el papel de los procuradores—añadió Santiago—. Es una profesión que tenía que haber desaparecido hace muchos años y sigue funcionando. Nadie sabe lo que hacen ahora, salvo cobrar. Y supongo que como se trata de un trabajo que es llevado a cabo por familias muy influyentes, nadie se ha atreve a decir que no es necesaria la figura del procurador.
— Es evidente que la justicia es únicamente para la gente sin recursos—concluyó Inés—. No hay más que ver cómo se retrasan años y años las causas que afectan a políticos y empresarios corruptos. Es todo un montaje.
— Con disfraces—añadió Juan.
— Y con rituales del medievo.

Conversaciones en el hoyo 19: Privacidad

— El otro día aluciné con el tema de la basura en mi pueblo—explicó Santiago a sus amigos—. Bajé muy tarde el cubo de basura (que en su día me había “regalado” el ayuntamiento) y estaban los basureros recogiéndola. No hubo problema y vaciaron mi recipiente. Sin embargo lo que me sorprendió fue que uno de los basureros acercó el brazo en el que tenía un dispositivo electrónico a mi cubo y extrajo algún dato del mismo. Vamos. Que el cubo de “regalo” del ayuntamiento lleva un chip que los basureros leen cada vez que recogen la basura. No sé si eso atenta a la privacidad. Al fin y al cabo, si saben cual es tu cubo de basura, pueden decidir un día rebuscar dentro para saber que comes, si fumas, qué papeles tiras…
— Eso de la privacidad es algo que la administración siempre se ha pasado por el arco de triunfo—contestó Juan—. Muchas palabras pero en realidad están más que interesados en controlar a la gente. No hay más que ver como miran a otro lado cuando saben que Google extrae todos nuestros datos a través de sus aplicaciones e incluso del sistema operativo de sus móviles. Es lo que hay.
— Quizás no extraen los datos particulares tuyos y los limitan a la zona en la que vives—indicó Inés.

— Tratándose de la administración, mi tendencia es pensar en el peor de los escenarios—aclaró Santiago.
— Entonces deberías intentar leer los datos de tu cubo de basura para saber qué leen los basureros—dijo Juan—. Posiblemente tiene un chip NFC y con tu móvil deberías poder leerlo. Eso si tienes Android, ya que los iPhones tienen restringido su uso y sólo funciona con sus aplicaciones.
— La verdad es que hay verdadero interés por parte de las empresas en obtener datos nuestros—explicó Pascual—. Para cualquier compra que hagas te suelen pedir tu dirección de correo, ofrecerte tarjeta de fidelización, pedirte una valoración de la compra que acabas de hacer…
— Yo lo tengo claro—dijo Juan—. Sólo valoro una compra ó servicio cuando es malo. Lo contrario, no deja de ser una obligación. Por cierto, si compras un ordenador, suele llevar instalado Windows 11, que sólo te funcionará si te registras y das tus datos a Microsoft.
— Algo que, por cierto, la administración permite, mirando hacia otro lado—comentó Pascual—. Te obligan a dar tus datos y nadie dice nada.

— Se trata de una multinacional, la que te vende el sistema operativo—explicó Juan—. No sé si recordaréis que desde hace años se la acusa de imponer a los fabricantes – de forma mafiosa – la inclusión de Windows en sus ordenadores. Y, tratándose de una empresa norteamericana, tiene todo el apoyo de la administración de su país. Aquí en Europa se intentó crear una empresa para competir con Amazon. ¿Alguien sabe la razón por la cual este proyecto no funcionó?. Probablemente la respuesta está en USA y no en la comunidad europea. Ya sabéis que la administración Norteamericana se dedica únicamente a ayudar a su élite a ganar dinero. Y, teniendo como tiene al resto del mundo obedeciendo sus órdenes, no le cuesta nada impedir la creación de empresas que puedan competir con las propias.