Xesco

Conozco a Xesco desde que su empresa fue absorbida por la multinacional y éste entró a trabajar en el departamento.
Como todos nosotros, vivió nuestro “maravilloso” ambiente de trabajo.
Al cabo de unos años, aprovechó una purga (restructuración), se acogió a la oferta económica que le hicieron y se marchó de la empresa.
Sin embargo seguimos en contacto. Nos vemos todas las semanas, ya que compartimos nuestra afición por el tiro al arco.
Xesco es una persona tranquila. Con esa sabiduría que te da la vida, la lectura y la gente. Es de esas personas que carecen totalmente de malicia. Es todo bondad. Le gusta la leer cualquier libro que tenga “contenido”. Disfruta también de la música, ya sea clásica o moderna. Toca la guitarra de maravilla y ha formado parte de diversos grupos musicales. Le gusta la informática y cuando dejó la empresa estuvo dando cursos a particulares.
Le fascina la fotografía. Y el cine de calidad.
También es un buen profesor de Tai Chi; durante años ha estado dado clases y uno de sus alumnos he sido yo mismo.
Hoy en día trabaja de conserje en el polideportivo de un pueblo cercano.
Los domingos y algún que otro sábado quedamos por la mañana para ir a hacer tiro al arco.
Nos encontramos en un bar próximo al club de tiro y desayunamos.
Luego nos dirigimos al club y, tras un breve entrenamiento, hacemos nuestro recorrido por el circuito de dianas volumétricas.
Se trata de un recorrido por la montaña, de unos cinco quilómetros, en los que, a medida que uno avanza, se va encontrando réplicas de animales, a las que hemos de disparar manteniendo el pie en unas piquetas de madera clavadas en el suelo. Disparamos a animales que están más ó menos cerca, arriba o abajo, lo cual suele dificultar el disparo.
Luego, al acabar el recorrido, sobre todo en verano, vamos al bar a tomarnos una cerveza, que despachamos en la terraza del mismo.
Allí, sentados en la sombra, nos concentramos en el primer trago de cerveza que estamos apunto de dar. Se trata de un momento mágico. Nuestro cuerpo lleva rato suplicando líquido, ya que acabamos de estar hora y media a pleno sol, subiendo y bajando por el monte.
Sudados y cansados, miramos la botella de cerveza y empezamos a sentir mentalmente la entrada del líquido frío en nuestra boca, anticipándonos a los hechos.
Luego acercamos la botella a la boca y vertemos el preciado líquido en ella, dejando que se esparza por toda la cavidad bucal, sin tragar todavía.
Luego, cuando está toda la boca llena, cerramos los ojos y tragamos, sintiendo cómo baja el líquido refrescante por nuestro cuerpo…
Sublime.
Después, ya superada la magia del primer trago, charlamos tranquilamente mientras vamos bebiendo el resto de la botella.
Xesco es de esas personas con las que se puede hablar de todo. Muchas veces me pregunta por sus antiguos compañeros de trabajo. Incluso por el jefe.
Hoy me ha hecho un comentario:
– ¿Sabes?. Por primera vez en la vida estoy yendo al trabajo con alegría. Mi jefa es una persona que se interesa por mi, que me pregunta cómo estoy, si me siento bien con lo que hago. Incluso si le pido alguna cosa que me ayude a realizar mi trabajo, me la consigue de inmediato.
– Además – sigue diciendo –, el ambiente con mis compañeros es inmejorable. Trabajamos a turnos y sabemos que lo que dejemos por hacer lo hará el que llegue después. Pues nunca ha ocurrido. Incluso hacemos mas de lo que nos corresponde para que el siguiente no tenga que hacerlo. Es fantástico.
Toma un trago y continúa.
– Tiene gracia pero ahora puedo darme cuenta de que los años que estuve puteado en la multinacional me sirvieron para algo. Se trataba de una lección que tenía que aprender. Tenía que conocer primero lo malo para poder ser capaz luego de apreciar lo bueno. Es posible que sin esos años tan duros, ahora sería incapaz de valorar lo que tengo. Posiblemente me pasaría desapercibido.

Sin comentarios…