Conversaciones en el hoyo 19: pasotismo

— Siempre he pensado que en nuestra sociedad la gente usa la prensa por equidistancia—comentó Pascual—. La prensa se ha convertido en la esperanza de la gente. Todos la siguen por si algún día se enteran de que las cosas cambian.
— Es la manera de cambiar el mundo sin mover un dedo—añadió Inés— aunque, en realidad, el mundo no cambia si no nos movemos y actuamos.
— Olvídate de ello, Inés. La gente no quiere complicarse la vida—terció Santiago—. Yo tengo dividido el mundo en dos tipos de gente: los “buena fe” y el resto. Precisamente ese resto son los equidistantes, es decir gente que no quiere complicarse la vida porqué saben que los “buena fe” se moverán por ellos.

—No lo acabo de pillar, si no pones un ejemplo—pidió Juan.
— La razón por la que, en las empresas no contratan a gente mayor, ¿cuál es?—preguntó Santiago—. Porqué a ellos no les puedes poner una zanahoria delante y hacerlos correr. Los jóvenes tienen ilusión y están dispuestos a trabajar más horas que nadie, a hacer aquellas cosas que no les corresponden, incluso a renunciar a días de vacaciones, con tal de ser apreciados por los demás y bien considerados por la empresa.
—Hasta aquí estoy de acuerdo—dijo Juan.
—Si únicamente ocurriera en el ámbito laboral…—añadió Santiago—. Lo estoy viendo también en las comunidades de propietarios. Allí hay dos personas que trabajan y el resto pasa de todo. No asisten a las reuniones e intentan evitar su nombramiento como presidente y cuando no tienen más remedio que serlo, no mueven un dedo por la comunidad.
—Eso puedo confirmarlo sin problemas—dijo Inés—. Incluso, en mi comunidad, las mujeres solteras ó viudas se niegan a ser presidentas.
—Lo que viene a indicar que el machismo no es algo exclusivo de los hombres—concluyó Juan—. También ellas tienen que eliminar esa faceta de su personalidad.

— Si eso lo trasladamos a la política, podemos entender lo que pasa en el mundo—dijo Pascual—, en el que una colección de personas sin escrúpulos tienen el poder, gracias a la inacción de la sociedad, que no quiere implicarse.
—Eso me recuerda a una serie inglesa que acabo de ver que se llama years and years—explicó Inés—. Narra la historia de una familia durante unos quince años, en los que son testigos del deterioro de la economía del país, de como se van mermando los derechos humanos y van imponiéndose las nuevas tecnologías. Son simplemente conmovedoras las palabras que les dedica la abuela Muriel a sus hijos y nietos, al darles las gracias por haber permitido el deterioro del país por su inacción. Y no explico más por no hacer spoiler de la serie. Serie que vale la pena ver, por cierto.
—Me lo apunto —dijeron todos, menos Juan, que dijo:
—Yo también la he visto y estoy de acuerdo: vale la pena.

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