Mobbing en una multinacional

Hace ya tiempo publiqué en la web www.acosomoral.org un artículo acerca de mis experiencias como víctima del acoso. Marina Pares tuvo la amabilidad de publicarlo.
Mi intención al escribirlo era dar a un tema muy sórdido, un punto de vista positivo, de esperanza, de intentar hacer ver que se puede luchar por mantener la dignidad y vencer en esta lucha.
De cualquier manera es una victoria moral, una victoria que únicamente le sirve a uno mismo, en una guerra que no acaba hasta que se abandona la empresa o el psicópata desaparece y ocupa su lugar alguien que por algún error empresarial, es humano.
Hay un matiz para mi comentario anterior. Poco a poco voy descubriendo en mi empresa personas que ocupan lugares de poder y que son humanos. Tal vez debido a muchos errores empresariales, a que estas personas han ido cambiando a mejor con el tiempo o existe un plan empresarial de ir eliminando a los jefes de antigua escuela.
A modo de presentación voy a incluir el artículo:

Veinticuatro años son tiempo para ir conociendo una empresa como aquella en la que trabajo.
Sobre todo teniendo en cuenta que llevo prácticamente todo este tiempo siendo víctima de mobbing, acoso psicológico en el trabajo.
La verdad es que ahora soy consciente de ello. Antes no existía este concepto como tal, a pesar de que las empresas lo utilizaban, tal vez incluso con mayor hincapié, dado que no existía nada que pudiera castigarlo.
Tampoco existen hoy en día demasiados medios por parte de las víctimas para impedir esta práctica, pero algo se ha ido avanzando.
La empresa es una multinacional del sector de la alimentación. De origen suizo es, posiblemente, la número uno en el mundo.
Hay que aclarar algo. Mi caso tiene un cierto toque singular.
La singularidad está en el hecho de que el mobbing me ha servido para crecer como persona. Creo que he salido reforzado.
Trabajo en el departamento de Organización e Informática. Empecé como operador ayudante, trabajando a turnos.
Se requería con mucha frecuencia ir a trabajar los sábados. La cantidad pagada en concepto de “trabajos extraordinarios” – que no horas extras – era irrisoria y, evidentemente me negué a trabajar mientras no mejoraran los emolumentos.
En principio cualquier trabajador puede negarse a hacer algo que es voluntario.
Sin embargo fue entonces cuando empezó el acoso.
Debo explicar que en esta como en la mayoría de las multinacionales, existe la valoración que no es otra cosa que una puntuación que hace tu jefe sobre el último año de trabajo.
En base a esa puntuación el aumento anual de salario es mínimo si obtienes mala nota ó alto si tu nota es buena.
¿Hace falta decir qué es lo que obtuve con mi negativa a ir a trabajar los sábados?.

Quince años seguidos de congelación de sueldo.
Durante ese tiempo y hasta ahora una alternancia de distintas maniobras:
Investigación permanente por parte del jefe y de alguno de mis compañeros para encontrar fallos en mi trabajo.
Cambios de turnos inoportunos para complicar mi vida familiar.
Entrevistas del jefe conmigo en las que se dedicaba a decir lo mal compañero que era y que por mi culpa los compañeros “pringaban” todos los sábados.
Comentarios del jefe a mis compañeros diciéndoles lo raro que soy y lo poco que me preocupo por los demás.
Exclusión de toda clase de proyectos.
Trabajos vejatorios.
Darme la razón y luego quitármela al no estar yo delante.
Ignorarme.

Pedí el traslado. El antiguo jefe del departamento me dijo que lo conseguiría. Ahora es director de la empresa y no movió un dedo por mí. En el departamento de personal tampoco se preocuparon de mi traslado.

El afán de mi jefe por hacerme daño le hizo superar algunas veces la barrera de la legalidad y yo aproveché para hacerle llegar a su inmediata superior las pruebas de lo que estaba pasando.
Nunca sirvió de nada. Incluso alguna vez que tuve la oportunidad de hablarlo con ella, se me quedaba mirando y se ponía a reír, como diciendo “es lo que hay”.

La verdad es que muchas veces me planteé la posibilidad de cambiar de empleo. Sin embargo irme me parecía un gesto de cobardía por no querer enfrentarme a los problemas.
Además pensaba y pienso que los problemas son oportunidades para mejorar. Tenía que aprender a sobrellevar aquella situación.
Y aprendí.
Aprendí a motivarme solo. No lo tenía demasiado difícil ya que sabía que todo lo que hacía era investigado para encontrar fallos y justificar así las malas notas de cada año.
Intenté ser impecable con mi trabajo y creo que lo conseguí ya que las excusas de cada año cada vez eran mas absurdas: problemas de comunicación con mis compañeros con estúpidos ejemplos, falta de interés por la empresa (cuya prueba evidente era no ir a trabajar los fines de semana, que por cierto ya no se pagaban)…
Pasaron los años y dejé de ser operador. Empecé a hacer horario de oficina y un poco como agradecimiento por no tener que hacer turnos, iba a comer al restaurante de la empresa con el jefe y mis compañeros.
Se me hizo duro tener que soportar los comentarios machistas, vejatorios y los chistes verdes de mi jefe y con el tiempo empecé a buscar otras personas con las que ir a comer.
Pronto ya no volví a comer mas con los de mi departamento pero lo inusitado del caso es que otros compañeros fueron dejando la mesa del jefe para venir conmigo.
Se crearon dos grupos claramente diferenciados. Los que iban con el jefe y los que venían a comer conmigo.
Así hasta hoy.
Creo que he vencido. Y eso que hay en marcha un proyecto de globalización en la empresa que significará la eliminación de un montón de puestos de trabajo.
Mi jefe ya me ha asegurado que soy el primero de la lista de despidos y no me importa.
Lo que me importa saber es que durante todos esos años he sido consecuente con mi manera de ser.
He hecho buenos amigos. Gente que por vivir de su trabajo nunca me van a ayudar, por lo menos en el ámbito de la empresa.
Pero gente que ha sufrido como yo, incluso han sufrido mas que yo, ya que el jefe tiene una especial habilidad para encontrar el punto débil de los demás y explotarlo a conciencia.
Dado que ya no soy el único afectado. Todos los que vienen a comer conmigo han sido ó son víctimas de acoso, por estar a mi lado.
Afortunadamente estamos muy unidos y hemos aprendido a reírnos de esos ataques.
Ahora vivo bastante bien. Me encanta el contacto con mis usuarios (ya que doy soporte informático). Intento disfrutar de todas las conversaciones y llevar la alegría a los demás. Los escucho y les doy lo que mas valoro: mi tiempo.
Es cierto que se me acumulan las intervenciones que he de hacer. Pero voy tranquilo, sin prisas. Me niego a ser dominado por la ansiedad. Tengo claro que si no puedo con todo, la empresa debería ponerme un ayudante.
La verdad es que es hermoso trabajar sin tener expectativas de ningún tipo. Sin ambición por llegar a algo.
Respecto a las relaciones con mi jefe, no son malas. La verdad es que no le guardo rencor. Acepto que es como es, porqué es lo que ha aprendido a hacer y no sabe hacer otra cosa. No me acosa porqué sabe que ya no puede hacerme daño. No hace mucho vino a pedirme que fuera a trabajar un sábado y me puse a reír diciéndole:
– ¿Qué te hace pensar que hoy vas a conseguir lo que no conseguiste en veinticuatro años?.
Se dio media vuelta y se fue.
Antes venía a intentar intimidarme cuando encontraba algún fallo en mi trabajo.
La última vez que vino, dramatizando me puse a decir “¡Soy humano! . ¡Me equivoco!”.

La razón de este escrito no ha sido otra que la de haceros ver que tal vez se puede salir del acoso de otras maneras. Que no siempre es necesario un psicólogo y no se tiene porqué caer en la depresión.
El ser humano es lo que se propone ser. Lo importante es ser fiel a las propias convicciones y saber valorarse.
Sobre todo valorarse.
Me ha costado un montón de años llegar a la situación actual pero ha valido la pena. Conste que he vivido estados de ansiedad, de depresión, de agobio, noches de insomnio, tristeza, sentimiento de impotencia…
Pero he salido.
Tal vez sea cierto aquello que explicaba Carlos Castaneda en alguno de sus libros cuando decía que los hechiceros buscaban a gente como mi jefe y muchos otros jefes (les llaman “pinches tiranos”) para aprender de ellos y hacerse fuertes.
Gracias, Enric.

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Ludwig
17 años ago

Ahora lo vemos así.Pero no veas antes, mientras estábamos aprendiendo a soportarlo, ¿verdad?.Gracias por lo de gran señor pero no lo merezco.Quizás la «pequeña acosada» haya aprendido mil veces mas de los pinches tiranos que yo mismo.Al fin y al cabo solamente he tenido cuatro de ellos. Además aún no experimentado lo que es tener un jefe normal.De ahí mi escrito sobre Xesco. El tiene una jefa normal y es hermoso saber que hay quien lo consigue.Un abrazo. Luis

Anónimo
Anónimo
17 años ago

Gracias a mis «pinches tiranos» yo también soy mejor persona, con esto me conformo y estoy segura que merece la pena quedarse y plantar cara.Un abrazo para un gran señor… de una pequeña acosada…