Pascual descubre el complot

Año 2015

Al llegar la comitiva, la muchedumbre empezó a gritar y aplaudir. De los vehículos anterior y posterior de la limusina del Presidente bajaron los guardaespaldas quienes se dirigieron al coche presidencial y, tras comprobar que todo estaba en orden, uno de ellos abrió la puerta del coche. Cuando bajó George W. Bush, los flashes de medio centenar de periodistas iluminaron su cara. Este saludó a la muchedumbre y se dirigió a la escalinata que conducía a la ópera. Estaba contento, al sentir el amor de su gente. Muchos años atrás había conseguido cambiar la constitución para que su cargo fuera vitalicio y ello le había granjeado muchos enemigos. Sin embargo, con el tiempo, esa oposición había ido desapareciendo y ahora se sentía completamente seguro.

A un lado se situaron la Primera Dama y al otro el Vicepresidente.
Bush dio un apretón de mano a su esposa y ésta se separó de su marido unos metros.
– ¿Los han ejecutado ya? – preguntó el Presidente al Vicepresidente.
– Si. Acabo de recibir la confirmación.
– No sabes cuanto me alegro. Llevaban demasiado tiempo obstaculizando mi gestión. Estuvieron a punto de impedir la ampliación del presupuesto para la guerra de Irak.

Una vez en el hall de la Opera, lo aguardaba una muchedumbre, todos ellos vestidos de etiqueta, aplaudiendo. Bush saludó con la mano. De entre la muchedumbre salieron unos periodistas, uno de ellos con una cámara de televisión, que se acercaron al Presidente.
– Sr. Presidente. Únicamente una pregunta, señor. ¿Se ha enterado del accidente de avión en el que han muerto los senadores Steinhart y Wayne?.
– Si. Me lo acaba de decir el Vicepresidente – contestó Bush -. He de decir que este Gobierno está consternado por tan trágico acontecimiento. Estados Unidos pierde a unos hombres cuyo patriotismo y entrega al país han sido las constantes de sus vidas. Descansen en paz estos héroes.

Luego el presidente se acercó a su esposa, tomó su mano y juntos, subieron la escalera de mármol que les llevaba al palco presidencial. Al entrar en el mismo, todos los asistentes se levantaron de sus asientos y aplaudieron a su Presidente. Tras escuchar el himno, se apagaron las luces y empezaron a escucharse los primeros compases de Tosca.

El Presidente no era precisamente un amante del género y se durmió pronto, soñando que estaba de nuevo en su granja, durante la matanza del cerdo, cuyos chillidos le recordaban los de la soprano que estaba actuando. Fue despertado por dos veces, minutos antes de que terminara cada acto y al final de la representación, a tiempo de contemplar el fusilamiento de Cavaradossi. Le encantó la escena, por cierto.

Una vez terminada la ópera, tras saludar a los intérpretes y al director, el Presidente y su esposa salieron de la Opera entre aplausos de los asistentes y regresaron a la mansión presidencial.

El resto de la semana fue bastante intensa para el Presidente. A pesar de que su edad – tenía setenta y cinco años – que ya no le permitía viajar, estudiaba a fondo todo tipo de informes que le entregaban las agencias, en su mayoría fotos, filmaciones y gráficos porqué de todos era bien sabido que el Presidente no era demasiado propenso a la lectura.
Sus escasos ratos libres los empleó en reunirse con sus amigos neo-conservadores para planear nuevas estrategias e ir acrecentando el poder de su país en el resto del mundo.

– Pasa por aquí, Pascual.
Pascual el psicólogo estaba visitando las instalaciones del complejo «WH», en su calidad de íntimo amigo de Sam Spencer, creador y jefe del proyecto del cual estaba haciendo de cicerone. Se trataba del proyecto más ambicioso y mejor guardado en secreto de los últimos años.

Entraron una gran sala donde había una enorme maqueta en el centro. Sam se acercó a la maqueta y pulsó unos botones. Miles de luces se encendieron en la maqueta: las casas se iluminaron, las farolas de las calles se encendieron y los vehículos que había en las calles encendieron sus luces.

– Washington. ¡Que hermosa maqueta!.
– Exacto. Pero no es la original. Es la maqueta de una réplica.
– ¿Replica?. ¿Existe otro Washington?.
– En cuanto salgamos de este edificio lo entenderás. En realidad estamos en una réplica de la ciudad.
– No lo entiendo. ¿Habéis hecho una ciudad en tamaño real idéntica a la original?.
– Si. Una ciudad en la que viven miles de voluntarios. Todo está cuidado al detalle, ya que hay ciertas personas que no han de darse cuenta del engaño.

– ¿Para qué todo este montaje?.
– Verás. Bush y el montón de neo-conservadores que lo rodeaban, hará quince años ya , organizaron varias guerras en distintos países del mundo, con el pretexto de atacar a los terroristas que habían llevado a cabo a cabo los atentados del 11 de Septiembre, cuando derribaron las Torres Gemelas. Con el tiempo se descubrió que aquel atentado fue un montaje organizado por el Gobierno, para incrementar su poder político y económico en el mundo, así como para recortar las libertades de los ciudadanos del propio país.

– Un grupo de millonarios – continuó Sam Spencer – conjuntamente con muchas asociaciones humanitarias, decidieron poner fin a los sueños del psicópata que tenían de presidente. Tras mucho estudio decidieron construir, aislada del resto del mundo, una ciudad idéntica a Washington, para trasladar al presidente y a todo su séquito. Miles de voluntarios decidieron incorporarse al proyecto y decidieron venir aquí a vivir, para sostener el engaño.
Esta ciudad costó un uno por ciento del gasto anual que destinaba el Congreso a la guerra de Iraq. Cuando todo estuvo preparado, drogamos al presidente y a todos los personajes que estaban con él y los trajimos aquí. En Washington, pusimos actores que, a los pocos meses fueron desapareciendo de la vida política y entregaron el poder a gente más capaz. Incluso el actor que encarnaba a Bush, tras eliminar las enmiendas que había incorporado Bush a la Constitución, convocó elecciones anticipadas y se retiró de la política.

– Sorprendente.
– Aquí, en Washington2, Bush ha seguido gobernando un montón de años y le hemos hecho creer que toda su política se ha ido llevado a cabo. Hemos mantenido una historia paralela de las consecuencias de sus decisiones y es asombroso descubrir que, si no hubiéramos actuado, el mundo entero ya habría volado por los aires unas cuantas veces. Incluso solemos grabarlo en todos sus actos oficiales así como cuando despacha sus decisiones.

– ¿Para que se le graba?.
– Tenemos intención de, a su muerte, emitir una serie de televisión que explicará su día a día en estos años en los cuales Bush siguió gobernando aquí, en Washington2. El mundo sabrá cual hubiera sido su destino si no hubiéramos actuado. Descubrirán que la prosperidad de ahora es la consecuencia de las acciones de una serie de hombres que decidieron acabar con las manías de un loco. De la misma manera que funcionó, pudo haber fracasado y ahora no estaríamos hablando tu y yo. ¿No crees?.