Conversaciones en el hoyo 19: monarquía

— Estamos desaprovechando una buena ocasión—soltó Santiago.
— Ocasión ¿para qué?—preguntó Pascual.
— Es el momento perfecto—contestó éste—. Tenemos a los reyes de visita oficial en no sé que país. Lo que tendríamos que hacer es invalidar sus pasaportes para que no puedan regresar a nuestro país. Así nos libraríamos de esos parásitos.
— Puestos ahí por un dictador—añadió Inés—. y sin tener la capacidad de estar a la altura que se espera de ellos.
— Hombre. ¿Cómo van a estar a la altura si son borbones—terció Juan—. Sólo saben robar y follar. Y encima teniendo la vida regalada gracias a nuestros impuestos.


— La verdad es que yo no soy capaz de entender cómo les permiten reinar en este país—añadió Inés—. No entiendo cómo no los echaron en su día, cuando el dictador estiró la pata. En lugar de eso, hicieron una constitución que los incluía y toda la prensa se dedicó a elogiarlos sin razón alguna.
— Pues deberías ver lo que dicen ahora de ellos—repuso Santiago—: “el nuevo peinado de la reina”, “el nuevo vestido de la reina”, “las obviedades que dijo el rey en su último discurso”, “el posible nuevo novio de la princesa”…
— Claro. Cada vez que la princesita está con un chico ya tenemos noticia—dijo Pascual, riendo—. No tienen en cuenta que se trata de una borbón y que el sexo, para ella, es tan necesario como el aire que respira. Luego, tal como ocurrió con el abuelo, sus “parejas” tendrán una cierta predisposición a saltar por las ventanas ó a sufrir fatales accidentes. Hay que ver la facilidad que tiene la policía para mirar hacia otro lado cuando se trata de investigar esos accidentes de los compañeros de cama de nuestra monarquía.
—Tiene su lógica—repuso Juan—. Sólo les faltaría a nuestros reyes que sus amantes se dedicaran a escribir libros narrando las “rarezas” que tuvieron que hacer en sus encuentros sexuales.

— Yo sigo preguntándome el porqué de esa protección de la monarquía—insistió Inés.
— Probablemente porqué la élite de este país, que al fin y al cabo son los que gobiernan, lo quiere así—contestó Juan—. El pueblo, “el tercer estado”, no pinta nada en esta democracia variopinta. Desde siempre los que han mandado han sido los ricos. Y el rey es el enlace entre la dictadura y lo que ahora tenemos. Un recordatorio para todos los que medraron en la dictadura, de que nada ha cambiado en realidad.
— Pues el rey emérito, ese que tuvo que irse de país, hasta que hacienda le “arregló” todos sus trapicheos, está preocupado con lo que ocurrirá cuando se muera—añadió Pascual.
— ¿Lo que ocurrirá con su dinero?—preguntó Santiago.
— No. Con su entierro—respondió Pascual.
— Que no se preocupe por eso. Nos enterrará a todos. Al fin y al cabo no ha sufrido ningún desgaste: no ha trabajado en su puta vida—respondió Inés, provocando la carcajada general.