Estaba disfrutando. Sabía que no era el mejor de sus días, en lo que a correr se refiere, pero estaba en la primera posición. Su estrategia en la salida le había funcionado y no le costó demasiado mantenerse delante del resto de los coches.
El monoplaza iba redondo. Notaba como el motor le obedecía con un zumbido cuando reducía las marchas al aproximarse a alguna curva. Luego, al pisar el acelerador a mitad de curva, recuperaba casi de inmediato la velocidad. Inmediatamente detrás iba su compañero de equipo que hacía esfuerzos por no alejarse demasiado de él.
– Robert. Intenta economizar carburante – sonó en el auricular la voz de su jefe de equipo.
– Mierda pensó Robert. La palabra clave, «carburante», era la convenida para que cambiara la frecuencia de su emisora de radio y se pasara a otra, que solamente ellos podían escuchar. Contestó con un escueto «OK» y apretó un botón oculto en la trasera del casco.
– ¿Qué pasa? – preguntó.
– Robert. Soy Frank. Quiero que dejes pasar a tu compañero. Nos conviene que gane esta carrera.
– ¿Nos conviene?. ¿A ambos?. Sospecho que a mi no me conviene demasiado. Si gano estaré a dos puntos de ser primero en el mundial.
– Lo sé, Robert – dijo Frank -. Pero soy tu jefe de equipo y te ordeno que me obedezcas. Sabes que tienes un compromiso con la escudería y da la casualidad de que soy el jefe de la misma.
– ¿Compromiso?. Yo pensaba que el compromiso era algo recíproco, un acuerdo adoptado libremente por dos personas. Yo he cumplido mi parte. Tu nunca has pasado de las palabras, Frank. Hace un mes que me prometiste tendría montado el nuevo alerón y hasta hoy no lo he podido llevar. ¿Es eso cumplir tus compromisos?.
– No creo que sea este el momento para hablar de este tema – dijo Frank -. Como alguien pille este canal nos caerá una buena sanción.
– Y, ¿cuando quieres que hablemos de ello, Frank?. Llevas semanas eludiéndome. Únicamente nos vemos en reuniones semanales. No sé si te has dado cuenta que los compromisos son como el matrimonio. Hay que cultivarlos. Precisamente es la proximidad, el trato frecuente lo que cultiva el compromiso, lo que hace que no se venga abajo.
– Robert. Déjalo. Haz lo que te mando y cierra este canal.
– OK.
Al llegar a la curva, Robert clavó los frenos y se separó del centro de la curva. Su compañero de escudería lo adelantó atravesando el humo blanco de los neumáticos de Robert.
– Ya está, Frank. Ya he hecho lo que me has pedido. Tú sabrás las razones.
– Robert. Estás usando la banda de radio oficial. Nos oyen todos.
– De eso se trata, Frank. Cuando abandoné la escudería anterior estaba convencido de haber tenido el peor jefe de escudería de mi vida. Y el tiempo me ha demostrado que me equivocaba. «Otros vendrán que bueno te harán». Nunca he estado más de acuerdo con este refrán. A propósito, comunicarte que he firmado con otra escudería para el año que viene. Quizás pueda encontrar ahí cierta coherencia en mi nuevo equipo y por una vez, deje de ser el único que cumple con los compromisos.
Esperó unos segundos.
– Corto y cierro.
Pues sin Nandin, Sospecho que me has pillado,,,
Muchas gracias, Cornelivs.
Muy buenas vacaciones.
Yo me esperaré a Septiembre, para hacerlas.
Muy buena esa venganza. Me ha encantado…!
😉
Un abrazo y felices vacaciones, amigo Luis.
jejejeje D. Luís, usted ha visto la carrera de hoy…
Un abrazo