A vueltas con la independencia

– ¡Son una pandilla de cabrones!. Me gustaría saber quién ha sido el “iluminado” que ha cambiado el impuesto de los vados.

– ¿Cómo?.

Estaban sentados delante de sus cervezas en el bar de Santiago, como cada tarde, cuando salían del trabajo.

– Antes se pagaban los metros lineales de vado en la acera. Ahora están cobrando el impuesto por número de plazas en el parquing. ¡Y en plena crisis!. Esa gentuza de la Administración sólo piensa en sacarnos mas dinero.

– Hombre. Si tienes una plaza de aparcamiento es que nadas en la abundancia.

– Eso lo dirás tú. Llevo años pagándola. Y menos mal que la tengo. Resulta que ahora les ha dado por ampliar la zona peatonal de mi barrio.  En mi calle han pintado de rojo la zona de aparcamiento. Puedes aparcar, pero solamente una hora y media.

– ¿Pagando?.

– No. Es gratuito, pero pobre de ti que te pases un minuto. Han contratado a una empresa que vigila los coches aparcados. A la que te despistas te clavan una buena multa.

– Hombre. Si eres residente, podrás pedir una tarjeta de residente.

– Pues de eso nada. No hacen tarjetas de residente. ¿Sabes lo que es tener que ir al coche cada hora y media para cambiar el reloj en el que has de indicar tu hora de llegada?. Lo que te digo. Son una pandilla de ladrones. Sólo piensan en ganar dinero, en encontrar algún recoveco para esquilmarnos más dinero.

– Y ¿de qué partido es el alcalde de tu pueblo?.

– De Esquerra Republicana.

– Pues actúa en consecuencia el día de las elecciones.

– Ya los tenía calados desde que se aliaron con Convergencia. ¿Cómo pueden aliarse con un partido corrupto para sacar adelante el proceso de independencia?.

– Quizás el fin justifica los medios.

– Son como los de Ciudadanos en España. Dicen estar en contra de la corrupción del PP pero les dejan hacer. Aquí pasa lo mismo. Esquerra se alía con esa pandilla de ladrones de Convergencia y hacen como que no pasa nada. Si a mi me pillan encubriendo a un ladrón, me caerían años de cárcel. Pero la sociedad acepta lo que hacen esos políticos. En menudo país se convertiría Catalunya si se independizara de la mano de esa gentuza. Conste que soy independentista y republicano, pero nunca aceptaré que ese proceso lo lleven a cabo esos tipos. Sólo pensar en la mierda de constitución que nos endosarían, me echo a temblar. Seguro que sería aún peor que la Española.

Bebió un trago de su cerveza.

– Quieren hacer un estado “social”. ¡Y una mierda!. Lo único que quieren es vivir como reyes a nuestra costa. Cuando vea que algún partido empiece a ayudar a nuestra sociedad, recuperando la sanidad pública; rescatando autopistas que llevamos pagando tropecientos años; dejando de intentar manipularnos a base de dar fondos a la televisión, a la prensa y a la radio; estableciendo una verdadera escuela pública, sin comidas de tarro a nuestros hijos; sólo entonces me plantearé la independencia. Y sospecho que no lo veré en vida.

– Sospecho que no – hizo una seña a Santiago. Santiago salió de la barra y se acercó.

– ¿Qué más queréis tomar?. Invita la casa.

– ¿Invita la casa?. ¿Qué se celebra?.

– Pues los diez años de un blog que acostumbro a leer. Y, supongo que vosotros también.

– ¿Cual?.

– “Sólo discute quien…»

– NO. No lo leemos.

– Sorprendente. Todos los de vuestra empresa, la Innombrable, lo leen. Algunas veces incluso, habla de mi – dijo Santiago con una sonrisa -. Me gusta porqué su autor habla con frecuencia de la dicotomía entre los hechos y las palabras. Aunque no tenía intención de escuchar vuestra conversación, vuestros gritos me han llegado a la barra y no he podido impedir escuchar lo que decíais. Si lo miráis bien, el problema de vuestros políticos es el mismo que se refleja en el blog: los buenos políticos hablan y actúan en consecuencia con sus palabras. Los malos, hablan y hablan. En vuestra empresa ocurre lo mismo. Dicen maravillas de cambios geniales que van a hacer y siguen haciendo lo mismo. ¿Os pongo un par de cañas más?.

– Si, por favor.

Cuando Santiago iba a la barra oyó como le decía el uno al otro:

– Oye, ¿tu lees el blog?.

– Si, pero en mi casa, para que no me descubran en el trabajo.

Santiago sonrió mientras llenaba los dos vasos.

– ¿Cómo va a cambiar alguien este mundo si ni se atreven a reconocer que leen tu blog? – le dijo a un cliente sentado en un taburete.

–  Hace años que ni me planteo esta pregunta – dijo el cliente -. Tus chicas, ¿bien?.

– Maravillosas como siempre. Si no fuera por ellas, mi vida sería muy triste.