Nunca he sido muy dado a abrir la puerta de casa cuando llaman al timbre, si no estoy esperando a alguien, pero es esta ocasión “sentí” que debía abrir la puerta.
Lo miré con un cierto fastidio.
– No le veo a Vd. como vendedor de enciclopedias, biblias ó similares – le dije -. ¿De qué se trata?. ¿Qué me va a vender?.
– La tranquilidad – me contestó -. ¿Tiene hijos?.
– Si. Tengo una hija de 4 años y un hijo de siete.
Metió la mano en su bolsillo interior del abrigo que llevaba, extrajo la cartera y sacó de ella una tarjeta que me entregó.
Leí Felipe Pérez Buendía, desprogramador y un número de teléfono en la parte de abajo.
– ¿Desprogramador?. ¿Va a desprogramar mi ordenador?.
– Desde luego que no, señor. Si me lo permite, voy a desprogramar a sus hijos.
– Ahora si que me está usted dejando de piedra. ¿En qué consiste eso de desprogramar? – le dije cada vez más interesado -. Espere. ¿Por qué no entra?. Se me hace violento hablar con usted aquí, de pie en la puerta. Pase.
Entró y lo acompañé a la salita. Sobre la mesa había una cafetera y una taza, ya que estaba tomando café cuando sonó el timbre.
– ¿Le apetece tomar café?. Estaba desayunando.
– Si, ¿por qué no?.
Me levanté y traje una taza de la cocina. Serví café y le acerqué el azucar y la jarra de leche.
– Así – le dije – que usted quiere desprogramar a mis hijos.
– Exactamente. Contésteme una pregunta. ¿Qué recuerda de sus estudios?. Por poner un ejemplo, hablemos de historia. ¿Qué le ha quedado de lo que aprendió de historia.
– Uf. Recuerdo las guerras púnicas, el imperio romano, sus conquistas, sus emperadores, la invasión de los bárbaros, el islam, la reconquista…
– ¿Se dá cuenta de que prácticamente todo lo que estudió de historia se refiere a guerras, matanzas, conquistas y asesinatos?. ¿Usted cree que la historia del hombre debería ser todo aquello que lo significa por sus luchas de poder?. ¿No cree que la historia del hombre debería reflejar tal vez todo aquello que lo ha permitido crecer, desarrollarse, mejorar?.
– Estoy totalmente de acuerdo – le contesté.
– Otra pregunta. Espero no le sepa mal le pregunte algo, quizás personal. ¿Es usted creyente?.
– No. No lo soy.
– Pero ¿está bautizado?.
– Si.
– ¿Recuerda a qué edad empezó a recibir clases de religión?.
– Yo diría que a partir de los cinco años.
– ¿Le parece que para entonces ya tenía la suficiente madurez para cuestionarse esos conocimientos?.
– No. Desde luego que no.
– A eso voy – me dijo -. De alguna manera le implantaron un montón de conocimientos cuando tenía una edad en la que le era imposible cuestionar aquellas enseñanzas que recibía. Por ello esos conocimientos fueron dados como buenos por usted, en una edad en la que no podía verificar la veracidad de los mismos. Y eso es aplicable a la ética, a la política, a un sinfín de cosas con las que se nos ha programado, en función de lo que los políticos han creído conveniente. Para evitar eso, solamente hay dos salidas. La primera sería elegir el aprendizaje que queremos dar a nuestros hijos. Pero significaría un derroche de tiempo y dinero para seleccionar las materias y los profesores necesarios. Además implicaría no llevar a nuestros hijos a la escuela. Pero la educación en nuestro país es obligatoria. Este es un punto insalvable. ¿No le parece?.
– Si, es cierto.
– Bueno. Pues ahí es donde entro yo. Mi compromiso es el de dedicarme a tener charlas con sus hijos y eliminar de sus mentes todo aquel veneno que les inculcan en la escuela. Enseñarles a cuestionarlo todo, enseñarles a buscar la verdad, a sentir curiosidad por lo que aprenden y a no aceptar todo lo que les enseñan sin verificarlo previamente. ¿Ve usted la televisión?.
– Más bien no. Prefiero la lectura de un buen libro.
– Pues no he encontrado a mucha gente como usted. ¿Sabe que la televisión es el medio perfecto para la manipulación de los ciudadanos?. Dejando aparte del tema de la publicidad, que tiene como objeto el machaque de nuestros cerebros, hasta los telediarios llevan manipulación. No creo que me equivoque mucho al decir que de cada media hora de noticias, hay dos minutos de verdad en lo que dicen. Además, está esa mezcla que hacen de cosas triviales y cosas serias, sin seguir esquemas válidos. Ayer vi que hablaban de un nuevo atentado en Irak y a continuación de un pase de modas. Información desestructurada para evitar la memorización. Es una estrategia que funciona. Lo mismo que la publicidad presentada como noticia. Pretendo enseñar a sus hijos cómo ser capaces de saber diferenciar la información de la basura.
– Me parece muy interesante lo que me cuenta – repuse -. Pero, ¿quién le dice que yo no esté haciendo ya todo eso?.
– Me he encontrado a padres que son perfectos desprogramadores. Ahí no tengo nada a hacer. Como mucho, aconsejar. Mi tarea es para aquellos padres que no quieren ó no pueden asumir estas funciones que requieren de mucho tiempo. ¿En qué caso esta usted?.
– Yo diría que estoy en el primer grupo, pero no me importaría nada tenerle como consejero. Muchas veces dudo frente a determinadas materias. Usted, ¿me ayudaría?.
– Desde luego – me contestó -. También yo puedo aprender de usted, porqué no puedo aceptar que mi desprogramación sea impecable. Muchas veces me puedo equivocar. La verdad es que, desde que sacaron esa nueva asignatura, Educación para la Ciudadanía, tengo mucho más trabajo que antes. Estoy casi desbordado. Cada editorial ha sacado sus propios libros y cada uno explica lo que se le antoja. Me ha complicado la vida enormemente. Además todos ellos tienen mucha programación errónea. Siguen promoviendo la competencia, la individualidad, la obediencia ciega, la confianza ciega en nuestros políticos, en las instituciones… En fin. Cada vez me dan más trabajo.
– Es evidente – le dije – que quieren tener gente sometida, que consuma y no piense demasiado.
– Cierto. De ahí que he introducido una nueva enseñanza para aquellos que lo quieran. Yo lo llamo “visión real del mundo” en que incluyo las estrategias para la manipulación, la desinformación…
– ¿A qué se refiere con las estrategias para la manipulación?.
– Me refiero a aquellas maniobras que llevan a cabo lo políticos y las grandes empresas para manipular a la sociedad. La estrategia del diferido, la creación de culpabilidad, la distracción, el crear un problema y plantear la solución a continuación, las nuevas formas de criminalizar al ciudadano…
– ¿Nuevas maneras de criminalizar?.
– Antes no existía el concepto “peligrosidad”. Ahora pueden arrestar a un ciudadano normal por ser “potencialmente” peligroso, que no deja de ser algo subjetivo. ¿Me explico?. A usted lo pueden detener si encuentran en su casa algo que pueda ser considerado como potencialmente peligroso. Quizás el plano de su ciudad, según se mire. Incluso existe el nuevo concepto de “arresto preventivo”. Guantánamo está llena de este tipo de arrestados.
– Bueno – me dijo, poniéndose de pie -. Tengo que irme. Muchas gracias por el café. Ya tiene mi tarjeta. Llámeme si desea contratar mis servicios.
Ya en la puerta, mientras él esperaba el ascensor le dije.
– ¿Nunca se le ha ocurrido ser ministro de educación?.