La indignación del presidente

El Presidente ejecutivo de la multinacional no estaba demasiado contento.

Por lo menos eso es lo que dedujo el Sr. Meyer, director general de comunicación en la empresa, cuando entró en el despacho de aquel a quien todos solían llamar Dios.

– Esto no puede seguir así – empezó diciendo el presidente -. Están naciendo cientos de grupos que se dedican a cuestionar las actuaciones de la empresa en diferentes lugares del mundo. Cada vez nos cuesta más desmentir las acusaciones que publican en la prensa sobre nosotros.
– Quizás sea porqué dicen la verdad, señor presidente – dijo Meyer, pensando que esa frase podía dar al traste con los treinta años que llevaba en la empresa.

– ¿Tu también, Meyer? – lo miró con disgusto – ¿Qué tengo que hacer para terminar con tanta habladuría?.
– ¿Tal vez actuar intentando seguir unos ciertos princpios éticos?. ¿Intentar evitar la explotación de niños?. ¿Comunicar a la sociedad que utilizamos transgénicos en nuestros productos y no quedarnos callados cuando nos acusan de ello?. ¿Evitar que las madres en Africa den nuestros productos a sus recién nacidos, sabiendo que el agua con que los preparan está contaminada?. ¿Continúo?.

– Estoy siendo atosigado por los accionistas. Tengo que presentar beneficios y no tengo más remedio que actuar como lo hago. ¿Sabes lo que cobro?. Una cantidad que les permite exigir no haga demasiado uso de mi conciencia. Mi esposa se ha divorciado porqué no puede entender que yo sea responsable de la política que practico para obtener beneficios. Se ha negado a disfrutar la mitad de mi fortuna que le correspondía y la ha donado a una ONG. Está luchando en los tribunales para impedir que mis hijos estén conmigo, intentando demostrar que soy una persona sin principios morales y por ende un mal ejemplo para mis hijos. ¿Qué puedo hacer, Meyer?.

– Solamente veo dos soluciones: intentar acallar las acusaciones que nos hacen, dejando a un lado las políticas poco éticas… – repuso Meyer.
– …y verme en la calle a final de mes – terminó el presidente.
– La otra podría ser dimitir.

– Tu no sabes – dijo el presidente – lo que es estar aquí, en esta mesa. Tienes en tu mano un poder que no tienen los estados. Mis decisiones han puesto y quitado presidentes de gobierno, han provocado guerras… Me consultan continuamente las personas más importantes del mundo. ¿Pretendes decirme que he de dejar todos esos placeres de lado por razones éticas?. Amo demasiado el poder, Meyer. ¡Tiene que haber otra manera de evitar que la opinión pública me siga atacando!. Meyer. Te pago un buen sueldo para que me encuentres soluciones. Quiero una solución y ahora mismo.

– Ya sabe usted que siempre sentí una verdadera admiración por Nuria, la directora de comunicación en España.
– Si. Pero ella dimitió por razónes de conciencia.
– Cierto. Pero durante los años que trabajó para nosotros, tuve un sinfín de conversaciones con ella. Y, gracias a ella y a lo que entonces hablamos, he elaborado un plan de ataque para capear el temporal que tenemos ahora.
– Cuenta, cuenta – dijo el Presidente.

– Lo primero que haremos es crear un código de conducta empresarial. Estableceremos las normas por las cuales la empresa se ha de regir para cumplir sus funciones.
– ¿Abarcando qué?.

– Principios éticos por los cuales deben regirse los empleados de la multinacional. El respeto a las leyes, la solución de conflictos de interés entre el trabajador y la empresa, las políticas de contratación del personal, las normas de manejo de información de la empresa y confidencialidad, la prohibición del soborno y la corrupción, la aceptación de la diversidad y dignidad personal de nuestros empleados e incluso garantizaremos que los empleados puedan denunciar aquellas actitudes que vayan en contra del código de conducta empresarial.
– ¡Pero todo eso va a actuar en mi contra!. ¡Tendré que cambiar la manera de actuar en algunos países!.

– No. De forma sutil, estas normas dejan caer que prevalecen las leyes de cada país sobre nuestro código. Y eso nos permite seguir actuando como hasta ahora.
– Entonces, ¿qué conseguimos con ello? – preguntó el presidente.

– Dos cosas. Por un lado vamos a dejar entrever que las malas acciones de la multinacional se deben a malas prácticas de los empleados. Que la dirección quiere corregir esos hechos aislados, asegurándose de que todo su personal conozca y practique el codigo de conducta.
– Ingenioso. Incluso, si la opinión pública se nos echa encima, siempre puedo sacrificar a alguien en base a no haber aplicado el código.

– Así la dirección puede decir que no sabía nada de las malas prácticas y que, ahora que lo sabe, quiere terminar con ellas. Es un bote de humo.
– Me gusta, Meyer. ¿Tienes redactadas las normas del código de conducta?.
– Claro – contestó él, dando a su presidente un dosier que éste empezó a mirar.

– ¿Y esto? – preguntó el presidente mostrando una hoja a Meyer.
– Se trata de mi dimisión. Este ha sido mi último trabajo para la multinacional. Sabiendo que no se va a cumplir el código de conducta empresarial, no quiero seguir trabajando aquí.

Cuando Moisés subió al monte Sinai, Dios le entregó unas tablas, las tablas de la ley, que debían regir la conducta de miles de personas.
Aquellas normas de conducta empresarial fueron publicadas y enviadas a todos y cada uno de los empleados de la multinacional en los países en los que tenía presencia.
Miles de empleados se preguntan cuando se van a aplicar esos principios corporativos.
Miles de empleados se preguntan cuando va a dejar la empresa de lanzar cortinas de humo y se va a enfrentar con la realidad.
Muchos empleados se preguntan, ¿cómo puede ser que su empresa exija una conducta a sus empleados que ella misma no practica?.

De momento, todo sigue igual.

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Nickosss
15 años ago

Luis, al parecer en España hay mas inmoralidad que acá, o es justo un caso excepcional e igual a otros, pero a diferencia de los otros, de alguien que los expresa claramente? Coincido en que las nociones de ética, moral, y disposición laboral de las personas, nunca es la ideal y la mejor. Es lo que hay, cuando pesa el dinero, todo es válido, aun no sea justificable. Saludos! Muy bueno como siempre. Nos vemos!!

SUSANA
15 años ago

De verdad, el cuento ha sido escrito desde el profundo hastío. Compartido por supuesto, Luis.Cuando las empresas multinacionales llegan a países en «vías de desarrollo», como Argentina, alcanzan su nirvana por completo. Aquí simplemente no se infringen las leyes…se crean especialmente para beneficiarlos. Algo así como un regalo de bienvenida a nuestros pagos.Bah, tampoco es que se beneficie solo a los capitales extranjeros, faltaría más. Los poderosos locales también tienen leyes confeccionadas a su medida y paladar.En ocasión de las varias privatizaciones de empresas del estado, en la época de nuestro Sultán Carlos Menem, esta circunstancia que te cuento quedó… Read more »

Neurotransmisores
15 años ago

En economía no existe moralidad.Saludos.

Ludwig
15 años ago

Hola Amigoplantas.Totalmente de acuerdo con la translación a las administraciones públicas.La definición de la ley se parece muchísimo a la realidad, aunque me gustaría pensar que hay legisladores que intentan hacer su trabajo con un cierto sentido de la justicia.Supongo que, como en todas las profesiones, hay quienes actúan con el corazón y quienes van de mala fé.Mi sorpresa fue descubrir que también las multinacionales se otorgaran el poder de establecer leyes que nunca han cumplido y que no tienen intención de cumplir.¿Cómo pueden tener arrestos para dar lecciones de ética?.¿Cómo pueden ir alardeando de cuidar de su personal -el… Read more »

amigoplantas
15 años ago

Tranqui colega, el caso más clamoroso de disociación entre normas teóricas y realidad práctica lo tienes en las Administraciones Públicas, teóricamente juramentadas a cumplir y hacer cumplir las normas (leyes)Por cierto, ya que eres un hombre de saberes ¿conoces la verdadera difinición de Ley?:«Aquel obstáculo que se opone a la gestión administrativa (y/o política), pero que con un poco de habilidad, fortuna y mala fe puede soslayarse fácilmente»Me la enseñó un letrado de alta jeraraquía en esas cosas, añadiendo que nunca olvidara que el elemento de «mala fe» resulta especialmente vital para el contenido de la definición

Ludwig
15 años ago

Muchas gracias, Sophie.Se te encuentran a faltar tus escritos, por cierto.Disfruta de tus vacaciones.Muchas gracias por tu comentario, Beatriz.Siempre es un placer que alguien disfrute y reflexione con mis escritos.

El Rincón del Relax *Beatriz*

Como siempre me quedo asombrada con tus interesantes entradas. Te dejo un abrazoooooooo grande que cubra tu alma. Besotes!

Sophie
15 años ago

Esto me recuerda a un reportaje que leí hace tiempo sobre las mil y una formas que tienen las multinacionales de escurrir el bulto cuando se les acusa de mala práctica, de falta de ética y etc. Un amigo mío me decía que para poder ofrecernos productos baratos y competitivos, muchas empresas tenían que colocar sus fábricas en otros países donde la legislación sea más permisiva, se mire para otro lado, todo salga más barato y se descuiden ciertos aspectos como la seguridad laboral que en España serían impensables.Buen relato, Luis, como siempre 😉