Anunciaron que iban a hacer huelga y sin embargo aparecieron todos los empleados en los distintos centros de trabajo del país, el día señalado.
No hubo comunicado alguno por parte de los trabajadores. Los encargados sonrieron satisfechos al descubrir que aquella jornada que se vaticinaba terrorífica se convertía en un día normal.
Además estaba la gran oferta que se había publicado en la prensa: el día sin IVA. Durante la última semana habían estado incrementando los precios de todos los productos, exactamente un dieciocho por ciento, para ese día en que el comprador, sin apercibirse del engaño, iba a olvidar temporalmente la crisis para comprar el último grito en electrodomésticos ó en tecnología, ya que la empresa era precisamente una de las punteras en venta de esos productos.
Cuando abrieron las puertas ya había gente haciendo cola en la calle.
El día transcurrió con normalidad, sin problemas.
Cuando se cerraron las puertas y empezaron a cerrarse las distintas cajas de cobro los encargados empezaron a entender algo de lo que estaba pasando: apenas habían vendido un diez por ciento de lo previsto. La mayor parte de los compradores se habían marchado con las manos vacías. Los vendedores habían contado a los clientes el engaño del que habían sido objeto.
Al día siguiente apenas aparecieron clientes. Únicamente fueron aquellos que querían cambiar el producto comprado el día anterior que «casualmente», consistía en modelos que ya no se fabricaban y cuyo stock estaba agotado.
A pesar de la política de la empresa consistente en dificultar al máximo los cambios y devoluciones, el departamento de cambios dio un trato «exquisito» a los clientes que fueron a cambiar su compra. Todos ellos se llevaron, sin añadir un euro, un modelo superior al que habían comprado el día anterior, por no haber existencias del modelo que pretendían cambiar.
Luego empezaron a llover las demandas. Diversas organizaciones de consumidores denunciaron el alza de precios previo al «día sin IVA».
La huelga le costó una fortuna a la empresa. Lo peor fue volver a ganar la confianza de los clientes.
Hoy por hoy se lo piensan mucho antes de lanzar una oferta.
Este artículo andaba por mi caja de las ilusiones y lo publico por no publicar otro, escrito con verdadera indignación. La realidad supera en mucho a la ficción y es mejor dejar que la ira, la rabia y la impotencia se diluyan para mantener la objetividad de mis escritos.
Y menos mal que todo lo que escribo es ficción…