Conversaciones en el hoyo 19: tontos útiles

— ¿Cómo os va con el vecino “deportista de élite”?—preguntó Inés a Santiago.
— Razonablemente bien. La servidumbre de paso ya no existe, hay una pared que delimita las dos propiedades y ya no tenemos que preocuparnos en pedir permiso para hacer arreglos en la fachada. Arreglos que antes requerían meses de espera hasta que el propietario aceptaba la entrada de operarios.
— Bueno. Por una vez las cosas os han salido bien—comentó Juan.
— Hombre. Yo no lo veo así—añadió Santiago—. Todos estos años de lucha por nuestros derechos me ha revelado que la indiferencia es la tónica que ha prevalecido en ese tiempo. Únicamente dos personas no hemos ocupado del tema del “deportista de élite”,ese cabrón con un ego gigantesco que se creía que estaba por encima de la ley. Como decía, sólo dos personas hemos llevado ese problema a término, yendo al ayuntamiento, a los juzgados, hablando con abogados, negociando con ese pájaro. Todo ello con la indiferencia de nuestros vecinos. En la última reunión, en la que explicamos cómo había acabado el asunto, nos tuvimos que enfrentar a la crítica feroz de nuestros vecinos que alegaban no saber nada del tema. Vecinos que tenían que haber sido informados por los respectivos presidentes que, a lo largo de todo el proceso fueron informados en muchas reuniones, pero que a pesar de ello, no habían puesto al día a sus vecinos. Gente que ya ni se toma la molestia de asistir a las reuniones, pero que no tienen reparos en criticar las acciones que se llevan a cabo.


— Siempre he pensado que en las comunidades de vecinos hay un par de personas que aportan ideas y actúan—opinó Pascual—. El resto son totalmente indiferentes a todo. Cuando hay una inundación, una avería del ascensor, ó cualquier otro problema, se limitan a comentarlo y han de ser esas personas con iniciativa los que tienen que resolver el problema.
— Dímelo a mi—dijo Santiago—. Durante veintitantos años he sido yo quien ha tenido que acompañar a los industriales a solucionar los problemas, a abrirles puertas y acompañarles cuando se instaló la fibra de vidrio, a ayudar en la sustitución de fluorescentes por luces led, en la reparación de paredes en los terrados, de macetas en los balcones… También me ha tocado acompañar y negociar con los peritos de las compañías de seguros cada vez que ha surgido algo que requería un peritaje. Si no hubiera sido por mi, no tendíamos luces led, ni fibra óptica, ni paredes en los terrados y ni jardineras decentes en los balcones.


—Estoy totalmente de acuerdo—dijo Inés—. Y si extrapolamos esa tendencia a todo un país, nos daremos cuenta de la razón por la que no funciona la democracia. Millones de personas a quienes les resbala todo y unos pocos que asumen la iniciativa. Algunos siguiendo las directrices de los que mandan. Quizás por eso, sabiendo que la gente es indiferente, los políticos se dedican a robar dinero público a sabiendas de que a nadie le importa que lo hagan. Tenemos un montón de corruptos en los dos partidos más importantes y a pesar de que los han pillado robando, no pierden votos. La gente les sigue votando.
—Quizás la gente cree que un partido político que ha robado mucho, tiene menos interés en seguir robando, por tener ya los bolsillos llenos—indicó Santiago, riendo.
— Ah. Pero la ambición es desmesurada— dijo Juan—. No tiene límite.
— Tienes razón. Pero lo lógico sería no votar a los corruptos— dijo Pascual—. Yo he trabajado en una multinacional por treinta años y a pesar de que se la ha pillado en un montón de irregularidades, la gente compra sus productos: les han pillado desforestando bosques para obtener aceite de palma, sus leches maternizadas han causado la muerte de muchos bebés en Africa, en América han muerto ó desaparecido muchos sindicalistas que estaban en contra de la empresa. Les han pillado también explotando a niños con sueldos vergonzosos. Después de saber eso, yo no me atrevo a comprarles ni una triste cápsula de café. A saber de dónde lo han sacado y como lo han obtenido. Y sin embargo la gente les sigue comprando.
— Quizás porqué silencian las noticias en contra y tienen un presupuesto astronómico para contar sus mentiras—añadió Inés—. Te cuentan lo mucho que se preocupan por la naturaleza, por la sociedad…
— Aún así esas noticias siguen llegando y a pesar de ello, la gente les sigue comprando—explicó Pascual—. Somos así. La palabra ética ya no tiene sentido y así actuamos. Así funciona nuestra democracia. Un 98 por ciento de indiferentes, un 1 por ciento de hijos de puta que son los que mandan y un 1 por ciento de “tontos útiles”.

Conversaciones en el hoyo 19: pajareros

— Una de las cosas que no entiendo—dijo Inés, mirando a Pascual— es el hecho de que te hicieras psicólogo. A pesar de que socialmente es aceptado como una ciencia, no es una ciencia y podría ser equiparado fácilmente con la quiromancia ó la astrología.
— Estoy de acuerdo contigo, Inés—repuso Pascual—. No hay apenas teorías que hayan sido demostradas de forma científica. Sin embargo, a sabiendas de ello, estudié psicología intentando entenderla ya que siempre me sorprendió que por el simple hecho de pagar y tumbarte en un diván, la gente es capaz de explicarle a un desconocido los detalles más íntimos de su vida.
— Supongo que debe ser la versión atea de la confesión en el cristianismo—opinó Juan, riendo.
— El problema no está únicamente en el diván—dijo Inés—. Nos afecta en otras esferas de la vida: por un lado con los anuncios de los productos de las empresas, en los que participan psicólogos, las burradas que dicen los políticos, asesorados también por psicólogos y ya puestos, la prensa y sus bulos, por no decir las sectas pseudo religiosas que emplean métodos psicológicos para anular la voluntad de sus víctimas.


— Mi trabajo en la Innombrable se ha limitado a la selección de personal—explicó Pascual—. Nunca he tenido que recurrir a teorías Freudianas para hacerlo. Principalmente porqué no creo en ellas: el complejo de Edipo, los traumas de la infancia que influyen en la personalidad de los adulto. Por ejemplo según Freud, los niños que han jugado con sus esfínteres buscando el placer mediante la retención y expulsión de sus heces, de mayores son propensos al orden, la limpieza y la minuciosidad de forma excesiva.
— Nunca se ha demostrado la veracidad de las teorías de Freud, Jung y otros. El problema es que la mayoría de los psicólogos nunca se han cuestionado esas teorías—dijo Inés—. Y las aplican a sus pacientes como si fueran ciertas.
— Y luego ocurre lo que ocurre—añadió Santiago—. Te tumbas en el diván y el psicólogo te dice que tienes traumas de la infancia por “resolver” y que los tienes “reprimidos” ya que, según ellos, el cerebro tiende a aparcar en el lugar más recóndito del cerebro las experiencias traumáticas. Lo cual no es cierto, ya que las peores experiencias son las que más se recuerdan.
— La gracia de este tema es que, dado que son hipótesis indemostrables, los psicólogos pueden elegir aquellas teorías que más se asemejan a su forma de pensar y desechar las que no les convienen e incluso crear nuevas para tratar a sus pacientes— dijo Pascual—. Y lo peor no es eso. Un psicólogo puede crear en el paciente, falsos recuerdos y hacerle creer que esos recuerdos han salido de él. Y no estoy hablando de hacerlo de mala fe. Algunas veces, sin saberlo pueden crear esos recuerdos en el paciente sin darse cuenta de ello. Por cierto, hay asociaciones de víctimas de esos falsos recuerdos, ya que afectan no solamente a los pacientes si no también a los allegados que aparecen en éstos. Por eso un psicólogo debería saber la gran responsabilidad que tiene frente a un paciente, ya que puede destrozar su vida. Elizabeth Loftus, una psicóloga y matemática, ha estudiado a fondo la implantación de falsos recuerdos y la manipulación de la memoria (de vez en cuando aparece una psicóloga competente, aunque no es la norma).


— Lo que viene a demostrar, una vez más lo débiles que somos mentalmente, ya que una persona con la misma credibilidad que un tarotista puede influir así en la vida de los demás—resumió Juan.
— Y además cobrando una buena pasta—añadió Pascual—. Pajareros, eso es lo que son.
— Lo peor es que muchas veces actúan como “expertos” en juicios—dijo Santiago—. Que la sentencia de un juez pueda estar influenciada por las palabras de un psicólogo como si fuera un científico… Si seguimos así acabaran declarando los tarotistas y astrólogos en los juicios.
— Lo que me preocupa es que cuando hay una catástrofe el gobierno siempre dice que enviará psicólogos a los afectados—dijo riendo Inés—. Pobres víctimas si han de ser “asistidos” por esa gente.
— Descubrirán traumas infantiles, recuerdos “bloqueados”, vamos un nuevo mundo ficticio—concluyó Juan riendo.