— ¿Cómo va tu pleito con el vecino, el “deportista de élite?—preguntó Inés a Santiago.
— Hemos tenido que negociar para no llegar a juicio—contestó éste—. La jueza era claramente de derechas y nos hubiera machacado.
— Tan de derechas como la mayoría de los jueces de este país—añadió Juan—. Cuando murió el dictador, el gobierno fue jubilando a la mayoría de los militares afines al genocida. Desgraciadamente no hicieron lo mismo con los jueces y así estamos ahora.
— La verdad es que las pocas asociaciones de jueces que tenemos son todas de derechas—puntualizó Pascual.
— Salvo una que es de izquierdas pero que reúne un porcentaje bajísimo de jueces—contestó Juan—. Si quieres llegar a juez, no basta con haber estudiado derecho. Has de preparar unas oposiciones que no son nada baratas, por lo que no todo el mundo se lo puede permitir. Luego necesitas a un “preparador” que es un magistrado que te ayuda a superar las oposiciones. Si ese “preparador” ve que tienes una ideología igual a la suya, puedes estar seguro de que ya tienes superadas las oposiciones. En caso contrario, no aprobarás. Es una forma como cualquier otra para asegurarse de que haya únicamente jueces de perfil conservador. Por cierto, esos “preparadores” suelen cobrar a los aspirantes en negro para no tener que pagar a hacienda. Supongo que eso es un delito que cometen los jueces…
— Luego está la necesaria imparcialidad de los jueces—añadió Santiago—. Si la jueza que nos tocó fuera imparcial y dejara sus ideas personales a un lado, hubiéramos llegado a juicio. Sin embargo leí algunas sentencias que había dictado ella y se podía ver claramente su ideología. Al fin y al cabo todas las resoluciones de los jueces reflejan la personalidad del juez. Luego están los abogados que, a sabiendas de que su cliente miente, oficializan esas mentiras llevándolas al juicio como si fueran verdades.
— De lo que deducimos que la justicia en no es otra cosa que una farsa—dijo Inés—. En realidad es un concurso de mentiras que gana quién miente mejor. No hay más que ver los disfraces que utilizan para darse cuenta de que es un circo. Y también alucino cuando observo esa “camaradería” entre los jueces y la policía. Absuelven a un agente, basándose en su palabra, a pesar de que haber vídeos que demuestran lo contrario.
— Por no decir el papel de los procuradores—añadió Santiago—. Es una profesión que tenía que haber desaparecido hace muchos años y sigue funcionando. Nadie sabe lo que hacen ahora, salvo cobrar. Y supongo que como se trata de un trabajo que es llevado a cabo por familias muy influyentes, nadie se ha atreve a decir que no es necesaria la figura del procurador.
— Es evidente que la justicia es únicamente para la gente sin recursos—concluyó Inés—. No hay más que ver cómo se retrasan años y años las causas que afectan a políticos y empresarios corruptos. Es todo un montaje.
— Con disfraces—añadió Juan.
— Y con rituales del medievo.