Pascual y el tratamiento

Extracto del diario del doctor Pascual, psicólogo, sobre la paciente Felisa G.V.

24 de Agosto.

Hoy he realizado la primera prueba real con la paciente.
Esta tarde la he llevado a un quiosco y le he pedido que comprara una revista. Parecía decidida al principio, quizás debido a las varias sesiones de terapia que dediqué a hacerle ver que el ser humano ha de ser capaz de tomar decisiones.
Sin embargo, al transcurrir un par de minutos me he dado cuenta de que estaba bloqueada.
– ¿Qué revistas te gustan, Pascual?. ¿Quieres que te compre alguna? – decía con los ojos en blanco.
Llego a la conclusión de que es completamente incapaz de decidir por si sola.

4 de Septiembre.

¡Al fin consigo que compre una revista!. Tras varias visitas infructuosas al quiosco y continuos bloqueos, hoy se ha decidido por comprar una revista. Creo que ha pillado la que estaba más cerca pero aún así lo considero una verdadera hazaña.
Le he pedido que me hiciera una redacción sobre lo que ha sentido en esos momentos.

6 de Septiembre.

Transcribo la redacción de la paciente, corregidas sus múltiples faltas de ortografía.

«En el momento de llegar al quiosco, he sentido un cierto desasosiego. Notaba como el estómago se me descomponía provocándome un dolor agudo. Mi mente se revela a tomar una decisión. Me asalta un mar de dudas. ¿Será la decisión adecuada la que quiero tomar?. ¿Y si me equivoco?. ¿No sería mejor hacer comprar la revista a mis chicos?. Noto un hormigueo en el brazo y siento como si estuviera muy pesado. Lo estiro y cojo la revista que tengo más cerca. Cuando Pascual me felicita, desaparecen los síntomas en el brazo y el estómago. Me siento muy feliz.»

Es evidente que yo tenía razón en que ella tomó la revista más próxima. Sin embargo lo considero todo un avance.

10 de Septiembre

Hoy le he dicho que me llevara a la playa en el coche. Inmediatamente ha programado la playa que le he dicho, en su GPS y se ha puesto en marcha. Al llegar a una calle en obras ha intentado seguir las órdenes del GPS y ha tirado una valla que le cerraba el paso. Ha sido entonces que he decidido apagar el GPS.
Se ha vuelto a bloquear y al final he tenido que conducir yo.

15 de Septiembre.

Por fin la paciente ha conseguido recorrer tres quilómetros sin tener que obedecer las órdenes del GPS. No es mucho pero es un verdadero logro.

20 de Septiembre.

He organizado una reunión de trabajo. Ella la preside. Los reunidos han sido adoctrinados por mi para que no tomen partido por nada y eviten tomar decisiones. Transcribo los últimos minutos de la grabación de la reunión, momentos antes del bloqueo sufrido por ella.

– Pues yo veo tres posibles soluciones – le dice uno de los reunidos.
– ¿Y son? – pregunta ella.
– Podemos contratar gente temporal para solucionar el problema, podemos hacer uso de nuestros propios recursos para resolverlo y podemos ignorar el error como si no fuera con nosotros.
– Y – pregunta ella -, ¿cuál me recomiendas?.
– La verdad es que todas son buenas. Pero no quiero tener la responsabilidad de tener que decantarme por una de ellas.
Su cara ha cambiado y ahora refleja verdadera angustia.
– Y los demás… ¿Qué pensáis? – dice con un hilillo de voz.
– Pues no lo tengo demasiado claro. Hay que tener en cuenta que la primera solución nos costará dinero, la segunda nos impedirá desarrollar otros proyectos y la tercera puede ocasionar una bronca de nuestros clientes.
– ¿Y tu? – le pregunta al tercer asistente a la reunión – ¿qué piensas?.
– ¿Yo?. ¿Sobre qué? – dice éste, como despertando de repente.
– ¡No has escuchado nada! – le recrimina ella.
Los otros reunidos, casi al unísono, le preguntan:
– Bueno, ¿qué hacemos entonces?.
Ella empieza a temblar y sus ojos se ponen en blanco.

Está bloqueada.

25 de Septiembre.

Decido tirar la toalla. Tras consultar toda clase de libros sobre la materia y con otros colegas, llego a la conclusión de que conseguir que esta mujer sea capaz de tomar decisiones puede ser trabajo de muchos años.
Lo hablo con su jefe, que es quien me contrató.

– No te preocupes, Pascual – me dice -. Ya me imaginaba que no sería fácil. Sin embargo tenía que intentarlo. Ahora ya sé a qué atenerme.
– ¿La vas a despedir? – pregunto intrigado.
– ¡No!. ¡Ni hablar de ello!. Seguirá siendo jefe en la empresa. Ella fue puesta en el cargo para que la empresa pueda decir que el cuarenta por ciento de los jefes son mujeres. ¡No sabes lo que vende una estadística de este tipo!.
– Pero sus subalternos… Lo van a pasar mal, estando ella al mando.
– La verdad es que no. La manejan como quieren. Es cierto que la mayoría se rasca la barriga, pero hay cinco que trabajan de maravilla y solucionan los problemas. ¿Para que cambiar lo que ya funciona?.

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Ludwig
15 años ago

Totalmente de acuerdo con tu comentario Nickosss. Conocí una empresa en que el jefe se rodeaba de jefecillos inútiles, para destacar.Respecto a la dificultad que tenemos algunas veces para decidir, estoy de acuerdo en que nos pueden tildar de indecisos. Pero sólo en ocasiones. Si ocurre siempre, hay algo que no va.Mis saludos, Felisadependiente. Sospecho has vivido algo de lo que explico.Hola Susana. Pues siempre he pensado que un buen líder podría estar en cualquier jefatura, independientemente de sus conocimientos técnicos.Sospecho que el Argentina no es así. Y no es por quitar méritos a tu país, pero en España ocurre… Read more »

Neurotransmisores
15 años ago

Un jefe/a que no puede tomar decisiones no puede ser un jefe/a.Saludos.

Ironías de la vida
15 años ago

La actitud y respuesta del jefe… manda narices.Me pregunto: la protagonista es consciente realmente de toda su realidad?Y el jefe, ha pensado alguna vez en retirarse a una isla desierta?Sin comentarios.Un abrazo para ti.

SUSANA
15 años ago

Felisa realmente no tiene nada que temer respecto de su puesto de trabajo…finalmente ha sido «ascendida hasta su nivel de incompetencia»Es un grave problema en las empresas, y también y sobre todo, en los estamentos públicos.Supongo que por ésto en mi país tenemos funcionarios de cualquier función, un quiropráctico responsable de Obras Viales, un ingeniero en Petróleo como responsable de la Salud ó una Abogada sin título como presidente. No se trata en lo más mínimo de estar a la altura de las responsabilidades, simplemente se debe ser «funcional» a quien les ha confiado el puesto.Creo que si Pascual viene… Read more »

Un "felisadependiente" :P
Un "felisadependiente" :P
15 años ago

Real como la vida misma…

Nickosss
15 años ago

Luis, muy bueno!Leí el artículo y también me informe sobre el principio de Peter, cosa real. El tema es que también, a veces se pone al que se sabe que es incompetente en el puesto, con intención de lograr algo «deshonesto»: como es no perder el puesto.El tema de las decisiones es complicado, no es un tema estrictamente laboral. Es cotidiano. Hace unos meses ya, alguien me machaco la cabeza hasta equivocarme (responsabilidad total mía, sin delegaciones) de que debía decidirme, sin contar tambien que esperar también puede ser una decisión, y a veces postergar no es no tomar partido.… Read more »

Ludwig
15 años ago

Se trata, en realidad, de la exageración de algo que veo a diario en el trabajo, Amigoplantas. Lo malo es que esta indecisión perjudica a la gente que tiene bajo su responsabilidad. Tras un montón de años de aprender a soportar a un psicópata, ahora descubro que hay algo tan perjudicial como lo que tenía.Supongo, Isabel que nadie del mundo de la empresa conoce el principio de Peter ya que en ningún caso se promociona a personas con capacidad de mando.Tu lo has dicho, Sophie. Se trata de miedo. En el caso de Felisa, quizás va ligado a las expectativas… Read more »

Morgana
Morgana
15 años ago

este caso me resulta familiar, quizás porque es habitual encontrar personas con mando incapaces de tomar decisiones o que se bloquean precisamente cuando deberían demostrar que ocupan ese sitio porque (se supone) están preparados para afrontar esas situaciones.Siempre es un placer leerte, ya lo sabes…

Sophie
15 años ago

Dios de mi vida,mientras leía el relato pensaba: anulación personal y emocional. Siento si me he ido por las ramas, pero me he acordado de la dependencia emocional, que lleva al extremo de no ser capaz de decidir por sí mismo y dejar todas las decisiones en manos de la persona de la que se depende, por miedo a equivocarse, a asumir la responsabilidad de la decisión, miedo a las consecuencias que se derivan. Es curioso, Luis, el ser humano quiere libertad, pero cuando la tiene le surge el miedo hacia ella, no sabe manejar su libertad, cómo gestionarla…

Isabel Romana
15 años ago

¡Tremendo! Y sin embargo, también hay hombres incapaces de tomar una decisión. Parece que sea una condición consustancial a un JEFE! Tus posts son muy aleccionadores siempre y muy ceñidos a situaciones reales, por eso se aprende mucho de ellos. Me alegro de haber encontrado este post a mi regreso de vacaciones, justo cuando debo enfrentarme a gente así. Besos, querido amigo.

amigoplantas
15 años ago

¿Es un caso verídico?, sin duda parece muy extremo, no obstante me interesa un aspecto concretoA pesar de sus limitaciones emocionales, sigue teniendo la capacidad de experimentar felicidad